La identidad es lo que permite
que alguien se reconozca a sí mismo. En consecuencia, la identidad personal es
todo aquello que nos define como individuos. Tenemos conciencia de la identidad
porque tenemos memoria, sin ella sería imposible nuestro propio reconocimiento.
De hecho, cuando alguien pierde la memoria pierde el elemento esencial de sí
mismo.
Aunque estemos permanentemente
cambiando desde un punto de vista físico y cognitivo, es evidente que en el
proceso de transformación hay algo que se mantiene inalterable: la convicción
de que somos la misma persona en todo momento. Es una idea algo paradójica, ya
que cambiamos cada día y al mismo tiempo no cambiamos.
Para tener un criterio de
identidad personal es necesario desarrollar el concepto de intimidad, el cual
se adquiere en la infancia cuando poco a poco el niño aprende a distinguir
entre la idea de yo y los demás. Cuando se consolida la noción del yo, la
persona ya puede empezar a comprender quién es. Pensamos y observamos lo que
nos rodea externamente y paralelamente estamos en un cuerpo, con unos
sentimientos e ideas en relación con nuestro interior. Es una especie de
diálogo íntimo y este rasgo es una parte de nuestra identidad personal.
En otro sentido, adquirimos una identidad
por nuestra pertenencia a una familia y a un grupo social. Nuestra
individualidad se comparte con los demás y los factores externos acaban
determinando la percepción individual sobre quiénes somos. La nacionalidad, la
lengua y las tradiciones son rasgos culturales que son interiorizados por cada
uno de nosotros.
Desde un punto de vista externo, hay datos personales que intervienen en la descripción de la propia identidad. Aunque sea desde en un sentido técnico e incluso administrativo, el conjunto de información relacionada con uno mismo influye notablemente en nuestra autoconciencia. Tenemos un nombre, una fecha de nacimiento y toda una serie de datos que comunican información sobre la propia individualidad.
Desde un punto de vista externo, hay datos personales que intervienen en la descripción de la propia identidad. Aunque sea desde en un sentido técnico e incluso administrativo, el conjunto de información relacionada con uno mismo influye notablemente en nuestra autoconciencia. Tenemos un nombre, una fecha de nacimiento y toda una serie de datos que comunican información sobre la propia individualidad.
Hay un componente biológico en el
concepto de identidad personal. No sólo por los rasgos físicos externos, sino
también porque todo nuestro cuerpo expresa una parte de lo que somos como
personas. El conocimiento del genoma humano ha iniciado un nuevo camino en la
definición del ser humano y, en consecuencia, ya es posible determinar qué
factores biológicos determinan nuestra personalidad. Por último, hay que tener
presente que somos el único organismo vivo que es capaz de pensar sobre sí
mismo, sobre su identidad personal.